Tener pesadillas es uno de los síntomas de una situación de estrés intenso. La situación que estamos viviendo nos puede aportar algunas cosas positivas como: tiempo de estudio, descanso, más horas de sueño, etc.
Además podemos tener un amplio abanico de recursos personales que nos ayuden a mantenernos serenos y estables.
A pesar de ello, somos bombardeados por informativos e informaciones desde el Gobierno que nos hacen ser conscientes de que esta situación es “delicada” para nuestra salud y somos conscientes de que nunca habíamos estado en una situación parecida.
Por todo ello es inevitable pensar qué pasará y cómo reaccionará la sociedad.
Un modelo de servicio público que salvaguarda la seguridad ciudadana se convierte en represor de la población en tareas cotidianas, en ocasiones increpado por la falta de conocimiento de la población general y/o por la creciente inquietud general, tras largos días de aislamiento.
En el aspecto personal uno se plantea inevitablemente el futuro de nuestros planes y proyectos. Mientras se asume el riesgo inherente de contagio propio y de transmisión a posibles familiares cercanos.
Cada día se reciben instrucciones nuevas que modifican las anteriores respecto al cumplimiento del estado de alarma y es bien sabido por los profesionales de la psicología, que la situación de incertidumbre es el peor escenario posible para el bienestar psicológico del ser humano. Este es justo el contexto en el cual estamos inmersos; por eso tenemos más pesadillas que antes.
Nuestro cerebro está activo mientras descansamos, es una reacción natural y adaptativa, no tienes que hacer nada para que dejen de ocurrir, simplemente acéptalas como parte de este periodo, desaparecerán con el final de la situación.
Muchas gracias por vuestra labor y mucho ánimo!