Aquel día había viajado desde el Pirineo, donde vivo, hasta Zaragoza para reunirme con los compañeros de ISFES y me quedé a comer. Esa tarde empezaba a apretar el calor de lo lindo cuando en el bolsillo del pantalón me sonó el teléfono y tuve que buscar una sombra para atender a quien me llamaba, era Juan Cadenas.
No nos conocíamos, pero el caso es que Juan sabía que yo tenía cierta formación en la Prevención de Riesgos Laborales para policías y al otro lado del teléfono sonaba su voz con aquel acento andaluz tan gaditano explicándome su caso. Yo percibí a un hombre agobiado, perdido, que vomitaba impotencia ante una injusticia inimaginable. Me relataba el proceso de su situación y yo no podía dar crédito a lo que me contaba. Cómo podía ser que en un acto de servicio no se reconociera su trabajo, cómo no se reconocían sus lesiones, gravísimas, como consecuencia de su función y labor policial, cómo era posible que además de tener que pleitear contra los criminales que le atacaron, además, tenía que luchar contra quien se supone que debería defenderlo, la Administración. Incomprensible. Y absolutamente injusto. Una ignominia.
Juan me pidió ayuda, buscaba orientación técnica en la materia y ayuda en lo relativo a la prevención de riesgos laborales. Buscaba peritajes, asesoramiento con el que pudiera demostrar las mentiras que la Administración argumentaba, como eso de que lo policías locales estamos excluidos de la prevención de riesgos laborales, como que por eso nuestros accidentes de trabajo no son tal cosa, como que en nuestro sueldo entra todo, en nuestro sueldo… A Juan le debían ocho nóminas el día de los hechos. Ocho.
Le expliqué a Juan que yo, pese a tener cierta preparación en la prevención para policías, no podía y, sobre todo aunque me salía del alma ayudarle, no debía ante la gravedad del caso que me relataba y de su injusticia, realizarle el peritaje que pedía, pero que sabía quién podría hacerlo. Y le recomendé a quien, sin duda alguna, era y es el mejor perito en la materia, el doctor en Prevención de Riesgos Laborales don Juan José Agún González. Juanjo escribió el prólogo de mi humilde libro de PRL para Policía Local publicado por ISFES y CSL, y algunos lo conoceréis como profesor en el Curso de actuación policial por COVID-19 de ISFES. Es un profesional de prestigio, una eminencia en la materia. Pero sobre todo, Juanjo es una gran persona que siempre ha ayudado a los uniformados cuando se lo hemos pedido.
Llamé a Juanjo, que por supuesto ya conocía el caso, y le expliqué los detalles. El caso de Juan Cadenas empezaba a ser mediático, cómo no. Que un policía de una pequeña población de la Sierra de Cádiz sea atacado brutalmente en la Jefatura de su Policía Local por una banda de delincuentes profesionales, de esos paniaguados con pensiones que complementan con un sueldo como criminal de todo tipo, y lleguen a asaltar las dependencias atacando a la fuerza pública e intenten matar a un policía que custodia a un detenido, acuchillándolo con un cristal de la puerta de esa Jefatura que le entró por el ojo y le llegó a salir por el paladar, a milímetros de cortarle la yugular. Es un caso mediático. Sí. Pero la noticia debería ser que a ese policía, la Administración, a todos los niveles, no es que no le pusiera una medalla, no, es que le negaron sus derechos y le dieron una patada en el culo. Lo echaron. Sí, a la puta calle. Sin llegar ni a notificárselo. Lo cual define a esos cobardes que tendrán los cojones de dormir a pierna suelta todas las noches.
Los puse en contacto, a Juan y a Juanjo, y seguí el caso. De vez en cuando hablaba con uno y con otro, ayudando en lo que podía, sobre todo animado a Juan que sufría una injusticia que lo victimizaba no doblemente sino infinitamente, debiendo pleitear contra su Ayuntamiento, la Inspección de Trabajo, el INHSS, y otros leguyuelos y funcionarios chupópteros, que se lo ganan bien defendiendo a sus señores cual lacayos medievales.
El trabajo de Juan José Agún ha sido excelente. Impecable. Certero. Eficaz. Y justo. Justo, porque lo que ha venido a demostrar es aquello que algunos defendíamos desde hace años mientras nos miraban como si estuviéramos locos, predicando en la soledad del desierto administrativo aquello de que los policías locales tenemos derecho a la Prevención de Riesgos Laborales, en todo su sentido y legalidad. Ya basta. Ya es hora de dejar de ser funcionarios de segunda en cuanto a nuestros derechos laborales.
Hoy, 15 de mayo de 2020, en plena pandemia por el COVID-19 en la que se ha demostrado la importancia de los EPIs y los protocolos en la prevención laboral de los policías en España, se ha conocido la sentencia que condena al Ayuntamiento de Puerto Serrano, Cádiz, a indemnizar a Juan Cadenas por incumplir absolutamente las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo, existiendo una clara relación causal con las lesiones sufridas por nuestro compañero.
Es una sentencia que considero histórica. Se acabaron las excusas de los técnicos prevencionistas de la administración que, con su formación general y tecnicista, no tienen ni puñetera idea del trabajo policial. De las funciones específicas de los agentes. De los peligros y riesgos a los que deben enfrentare en su día a día. Los policías locales ya no somos funcionarios de segunda en la prevención de riesgos laborales.
A Juan Cadenas, en otro país, le hubieran condecorado por su valentía y compromiso. Por su entrega y vocación profesional. Pero, en España, lo echaron a la calle sin tener el valor de decírselo. Por fin hoy se ha hecho Justicia. Por ello, de parte de los policías locales, gracias Juanjo Agún y ánimo Juan Cadenas.
Sergio Martín Rodríguez
Secretario de ISFES
Autor Guía Técnica de PRL en la Policía Local
AUTOR:

Sergio Martín
Policía Local
Técnico en planes PRL para unidades policiales y militares