En los últimos días estamos viendo en las noticias como un nuevo golpe del llamado virus del Nilo Occidental está atacando nuestro país y concretamente las localidades sevillanas de Coria del Río y Puebla. Que en este momento se estén registrando casos en la zona de las marismas del Guadalquivir, en la comunidad andaluza, no quiere decir que en el resto de comunidades no puedan registrarse casos. El pasado jueves 13 de agosto, las autoridades sanitarias andaluzas, notificaron doce casos de meningoencefalitis provocada por este virus.
Este virus fue aislado por primera vez en el año 1937 en una mujer ugandesa dentro del distrito del Nilo Occidental, de ahí su nombre. Dieciséis años más tarde en 1953 fue identificado en cuervos y palomas del delta Nilo y a pesar que con esos conocimientos no era considerado un patógeno para las aves, en el año 1997 se registró una cepa más virulenta que causo la muerte en diferentes especies que presentaron signos de encefalitis y parálisis.
Hace 21 años, en 1999, una variante de este virus que circulaba en Israel y Túnez, dio lugar a un brote epidémico con inicio en la ciudad de Nueva York, propagándose velozmente por toda USA y Canadá. Ese brote no se quedó únicamente en América del norte, recorrió toda la América central, registrándose casos también en la del sur (Venezuela).
El virus del Nilo Occidental se conserva en la naturaleza a través de un ciclo transmisor de mosquito-ave-mosquito. Los vectores principales son los mosquitos del género Culex, generalmente el Culex pipiens que es el mosquito común. En nuestro país también circula a través del el Culex perexiguus. En la España continental contamos con 62 especies autóctonas de mosquito. Todas tienen capacidad para la transmisión de este virus, pero en la zona que en estos momentos está siendo afectada, los principales vectores son el pipiens y el perexiguus.
El virus se mantiene en las poblaciones de mosquitos gracias a la transmisión vertical (de los adultos a los huevos). Las aves son los reservorios del virus. Son especialmente susceptibles para la función reservoria los córvidos. No obstante, distintas investigaciones, lo detectaron en más de 250 especies diferentes de aves agonizantes o muertas.
No es frecuente la muerte por infección en aves de Europa, África, Oriente Medio y Asia; al revés ocurre en las americanas. Los vectores (mosquitos), importan el virus cuando pican a las aves, para después, atacarnos a los humanos y a los caballos, aunque el ataque a los equinos es menor que a las personas. Ataca también a otros mamíferos. No hace falta que el ave portadora sea exótica, las autóctonas pueden transportar el virus en su migración.
Los mosquitos transportan las mayores cantidades del virus a principios del otoño, esto no es óbice para que se den casos de la enfermedad durante el primer tercio de agosto como está ocurriendo este año. Una vez que llegan las primeras olas de frío y sus heladas, extinguiéndose los mosquitos, el riesgo de padecerla disminuye.
La Organización Mundial de la Salud informa que este virus no presenta sintomatología en el 80% de las personas infectadas. No todas las personas que son picadas por un mosquito infectado contraerán el virus, pudiendo desarrollar el 20 restante la fiebre del Nilo Occidental. Son síntomas de esta enfermedad: fiebre, cansancio, dolores de cabeza y corporales, náuseas, vómitos y en menor medida erupciones cutáneas en el tronco y agrandamiento de ganglios linfáticos. Su periodo de incubación, oscila entre los tres y los 14 días tras la picadura.
Las enfermedades neuroinvasoras de las que se están haciendo eco los medios y como son la encefalitis, meningitis o poliomielitis del Nilo Occidental se registran en una de cada 150 personas. Para la prevención precoz de la enfermedad en estos casos más graves hay que estar atentos a esta sintomatología: dolores de cabeza, fiebre alta, rigidez de nuca, estupor, desorientación, coma, temblores, convulsiones, debilidad muscular y parálisis.
Los factores de riesgo para contraer un tipo más grave de la enfermedad incluyen los siguientes:
- Afecciones que debiliten el sistema inmunitario, tales como VIH/SIDA, trasplante de órganos y quimioterapia reciente.
- Edad avanzada o muy temprana (lactantes).
- Embarazo.
En cuanto a los niños, aunque pueden infectarse con el Virus del Nilo Occidental, en raras ocasiones enferman gravemente.
Actualmente no existe vacuna humana para el virus, sí se han elaborado vacunas veterinarias para los caballos. Tampoco existen medicamentos o antivirales específicos para esta enfermedad, el tratamiento para las personas consiste en mitigar los síntomas.

MEDIDAS PREVENTIVAS
La mejor prevención ante este virus y cualquier otro que pudieran transmitir, además de las molestias que nos causan en el menor de los casos, es evitar las picaduras de mosquito.
El mejor método para combatir el mosquito común es limitar la población del mismo antes de que lleguen a alcanzar su etapa adulta, momento que es cuando todos los insectos tienen la capacidad de picar a sus víctimas. Esto queda lejos de nuestras competencias, a pesar de ello, contamos con técnicas eficientes para prevenir las picaduras y combatirlos.
Nuestro servicio se desarrolla a la intemperie, algunos puestos o jefaturas se encuentran próximos a explotaciones ganaderas, agrícolas o a una ribera, lo que nos hace especialmente vulnerables a las picaduras de insectos. En otras ocasiones el requerimiento ciudadano nos lleva a atender servicios en las industrias citadas. Para el riesgo que estamos viendo, siempre dentro del botiquín de dotación, deberíamos de llevar repelente de insectos. A pesar de que no somos pocos los técnicos en PRL expertos en cuerpos de seguridad y emergencia que llevamos años recomendando o solicitando se incorpore este producto en la dotación policial, los servicios de prevención propios y ajenos siguen sin hacernos caso… Todos los cuerpos policiales nos podemos ver comprometidos en siniestros donde se encuentran involucradas materias peligrosas y actuaciones con riesgo biológico (animales, cadáveres, protección civil), pero por desgracia se sigue sin formarnos y sin tener en cuenta nuestra prevención.
En un principio, tenemos que extremar nuestra higiene ya que los mosquitos, para escoger a sus «víctimas» emplean una serie de información sensorial, como el olor, la temperatura y la humedad corporal. Estudios recientes (Universidad Internacional de Florida-2018), descubrieron que los mosquitos tienen un receptor olfativo, el IR8a, de señalización en sus antenas con el que detectan el olor humano. Este elemento de sentido, responde a componentes volátiles que integran el olor corporal, entre ellos el ácido láctico que está presente en el sudor y dirige al insecto hacia el huésped del que se alimenta.
En las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles, tenemos el inconveniente en el color de nuestra uniformidad, ningún cuerpo se salva. Se sabe que los colores que nunca deben vestirse para prevenir la picadura de insectos son: el amarillo, rojo, verde y azul; las cuatro tonalidades empleadas en «trampa de Moericke». Los tenemos todos…
En el mercado existen diferentes productos y componentes que nos ayudan a ahuyentar a los mosquitos (Icaridin, Citriodiol o IR3535), pero, el mejor que podemos usar o los más efectivos para mosquitos transmisores de enfermedades, son aquellos que contengan Dietiltoluamida o DEET y en concentraciones entre el 30 y 50%. Cuanto mayor sea el porcentaje, mayor duración tendrá. Cuando vayáis a adquirir productos repelentes, recordar que el porcentaje mayor no significa mejor efecto protector, sino que la protección es más duradera.
Siempre que empleemos un insecticida o repelente contra insectos, tenemos que leer y seguir las INSTRUCCIONES PARA SU USO señaladas por el fabricante e impresas en el producto. Si los expandiéramos con la mano, recordar lavároslas inmediatamente, podemos llevarlas a ojos o boca.
El repelente y en cantidad moderada tenemos que echárnoslo tanto en la piel no cubierta, como por el uniforme, los mosquitos pueden picar a través de la tela delgada. Es conveniente el empleo de la manga larga cuando prestemos servicio en zonas de riesgo (granjas, explotaciones agrarias, riberas de ríos o pantanos). Si rociáramos repelente en la uniformidad no haría falta echarlo sobre nuestra piel.
Igual que la manga larga, siempre deberíamos emplear las botas de media caña. Debemos de olvidar el complejo que por ahí todavía circula de una semejanza a lo militar. Las botas con las que contamos hoy en día son uno de nuestros mejores EPI,s también para el riesgo de picaduras. Esta parte de nuestro equipo a mayores del confort, ofrece seguridad y el inconveniente del calor, queda anulado por la seguridad.
Si nuestra jefatura o puesto se encuentra en una zona de riesgo, deberían colocarse en las ventanas mosquiteros que nos pudieran permitir ventilar nuestros espacios de trabajo en las horas punta de ataque de los mosquitos y que, casualmente, coincide con las más frescas del día.
Tenemos que reducir la cantidad de mosquitos en los exteriores de nuestras dependencias drenando el agua que se encuentra estancada. Hay que reducir aquellos sitios donde los mosquitos puedan depositar sus huevos y evitar su reproducción. Debemos eliminar el agua de macetas, canalones y cubiertas. Los compañeros de mantenimiento deben de retirar los neumáticos usados, cubos, barriles o cualquier recipiente que puedan almacenar agua y en donde estos insectos pueden poner sus huevos. A alguno puede parecerle una tontería, pero por toda la geografía nacional, he visto acuartelamientos, jefaturas, comisarías y otras dependencias policiales que conservaban estos residuos. No estamos solo ante una mala imagen policial, estamos ante un factor de riesgo biológico (higiene); también de seguridad.
AUTOR:

ALEJANDRO LÓPEZ CALVIÑO
Policía Local
Técnico Superior (tres especialidades) y perito judicial en PRL.
Experto en Seguridad Vial. Investigador de Incendios y Explosiones.
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Muy interesante.Gracias por la aportación