
El pasado mes de enero, la borrasca (profunda) Filomena, pasó por nuestro país dejando un reguero de incidencias y por momentos saturando los servicios de emergencias, entre ellos las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Hemos soportado un «Fenómeno Meteorológico Extremo».
La sobrecarga de trabajo, no ha sido lo peor para nosotros, lo peor ha sido que, como en enero del 2020 hizo Gloria, nos ha cogido con las espaldas descubiertas. Se han registrado diferentes siniestros viarios donde estuvieron involucrados vehículos policiales y su dotación de agentes; vehículos que carecían de cadenas y calzaban neumáticos convencionales; a saber, el estado en que se encontraban estos… Policía Local de Alcorcón y empresas privadas, según he visto en medios, han tenido que ofrecer cadenas a CNP. Posiblemente en otras poblaciones halla pasado lo mismo. Comprobamos como funcionarios no preparados para la conducción en nieve o hielo se dirigían a atender un servicio…
Hemos visto también en medios y redes, como funcionarios de policía empujaban sus furgonetas para sacarla de la vía. Todo esto se traduce en una situación de posible inseguridad ciudadana, a consecuencia de la ausencia total de radiopatrullas o menos de los necesarios en las calles como consecuencia del fuerte temporal. Hemos precisado el auxilio de nuestros compañeros de Defensa para despejar vías y poder patrullar con las máximas garantías que la borrasca nos permitía. Otros compañeros han estado a la intemperie, durante más horas de lo recomendable. En síntesis, nuevamente se ha comprobado como nuestros responsables no solo no nos dotaron de material adecuado, tampoco nos han formado e informado.
La PRL de poco sirve cuando se produce la herida, es prevención, y por tanto tiene que anticiparse al siniestro. Hay que trabajar con hipótesis. Es la preparación con la que buscamos evitar, de una manera anticipada, un riesgo, un evento desfavorable o un acontecimiento dañoso. En prevención, es la venda la que va antes que la herida. Ni la PRL, ni las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, somos un gasto superfluo.
El temporal causó la muerte de tres personas en España por accidente. Dos de ellas fueron arrastradas por una riada en Mijas (Málaga). Un tercer fallecido quedo sepultado por la nieve en Zarzalejo (Madrid). El número de accidentados en todo el país con origen en esta borrasca a día de hoy aún los desconocemos. Cualquiera de nosotros, y que la mayoría desarrollan su servicio en calle, pudimos ser una de esas personas.
Según informa la AUGC, los compañeros que intervinieron en Mijas lo hicieron «sin los medios materiales óptimos y necesarios para hacerlo de manera eficaz», al parecer atendieron los avisos con turismos con más años que Cascorro, no disponían de todoterrenos; se vieron «obligados a desistir de pasar por determinados sitios porque el coche patrulla no daba seguridad para hacerlo», encontrándose en serio riesgo de ser arrastrados por la corriente al subir el nivel del agua por ser «turismos y no vehículos todoterrenos más altos, que dan un plus de operatividad y seguridad».
No podemos olvidarnos de los operarios de carretera fallecidos en Asturias días antes de Filomena sepultados por un alud. Sucedió en una carretera en cualquier guardia o policía podía transitar para dirigirse a un servicio, prestar auxilio a las personas que antes se vieron sorprendidas por el fenómeno, o simplemente ir de viaje; nos pudo pasar a cualquier de nosotros, «deberán intervenir en cualquier tiempo o lugar, se hallaren o no de servicio».
No sabemos la cantidad de compañeros que han resultado heridos o sufrido alguna enfermedad a consecuencia de Filomena. Esto no es patrimonio de las FCS, es de todo el tejido laboral. Las enfermedades y accidentes con origen en esta borrasca, formaran parte de la estadística de patología o accidente común. Esa forma de registrar los siniestros, dificulta que los prevencionistas podamos investigar las causas, las formas en que se produjeron, y el material o medios empleados y todo con el fin de mejorar las condiciones del trabajador, evitar accidentes o minimizar el resultado de los mismos en un futuro; para eso son las investigaciones de accidentes laborales, no se busca un culpable, se busca evitar accidentes futuros.



El sistema sanitario y de la Seguridad Social, no puede admitir costes con origen en la negligencia de la organización, o individual. El ciudadano y el cuerpo no puede soportar bajas que den lugar a indefensiones en la sociedad o sobrecargar a otros funcionarios llevándolos a niveles peligrosos para su salud (estrés), incluso comprometiendo su seguridad. Esto último sirva también para algunos funcionarios (los menos), y trabajadores privados, que también los hay, que hacen de las ILT su «modus vivendi» (suelen ser los que más gritan); si les gusta emplear el sustantivo «compañero», pensar en él o en ella, en la situación en la que queda el resto de la plantilla. En fin, en España seguimos disparando con pólvora del Rey…
Enero ha sido en cuanto riesgos por FMEX completito, en Granada a finales se ha registrado multitud de sismos. La naturaleza que es la factoría, el taller, el despacho, el cuerpo de guardia en el que trabaja la inmensa mayoría de los policías y guardias civiles, se ha mostrado como lo que es, hostil y no compasiva. «Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar».
Desde aquí no podemos dotaros de material, no podemos fijar vuestros servicios y turnos de trabajo, pero lo que sí podemos hacer, dentro de nuestro compromiso como prevencionistas, es formaros e informaros en diferentes medidas preventivas, y para que, dentro de las características, dentro de las diferentes variables del servicio policial podáis hacer vuestros turnos, vuestras guardias, más seguras. Queremos fomentar la cultura preventiva en las FCS; informar e informar que es lo más importante en PRL, y por ello es que hoy, vamos a tratar las tormentas eléctricas.
¿QUÉ ES UNA TORMENTA ELÉCTRICA?
Una tormenta eléctrica es una descarga violenta de electricidad atmosférica, manifestándose con relámpagos (luz) y truenos (sonido). Se traducen en lluvias intensas y abundantes que traen consigo truenos fuertes, pero de corta duración, después de los cuales se vislumbran los rayos o relámpagos. Es una reacción originada al coexistir en un mismo espacio dos o más masas de aire de diferentes temperaturas.
Las descargas con relámpago pueden producirse en el interior de la propia nube, salir de una nube hacia otra o alcanzar el suelo, en cuyo caso reciben el nombre de rayo. No está formado por una única chispa sino por varias descargas sucesivas que recorren el mismo camino en un breve intervalo de tiempo.
Habitualmente llamamos tronada a una tormenta y nos confundimos en la terminología de sus manifestaciones, nos confundimos en los fenómenos de las mismas y por ello, antes de tratar la formación de éstas vamos a ver las diferencias de sus manifestaciones:
- Relámpago. Es la luz que observamos al producirse la tormenta. El diccionario de la Academia de la Lengua lo significa como: resplandor vivísimo e instantáneo producido en las nubes por una descarga eléctrica.
- Rayo. Las descargas con relámpago pueden producirse en el interior de la propia nube, salir de una nube a otra o alcanzar el suelo, en cuyo caso recibe el nombre de rayo. Rayo es una descarga eléctrica que se produce en un corto periodo de tiempo. La Academia lo define como: chispa eléctrica de gran intensidad producida por descarga entre dos nubes o entre una nube y la tierra.
- Trueno. Es el ruido que escuchamos al producirse una rápida expansión y contracción de gases (oxigeno). La presión de los gases, por un cambio extremo en la temperatura, genera unas ondas de choque que son las que forman el estruendo.
Los relámpagos junto con los truenos, son indicadores para que podamos calcular a que distancia estamos del centro de la tormenta. Tenemos que contar los segundos que transcurren desde que se ve el relámpago hasta que se escucha el trueno. La diferencia de tiempo entre estos fenómenos, el desfase, es debido a que la luz viaja a 300.000 kilómetros por segundo, mientras que el sonido lo hace a 340 m/s en temperaturas ambientes de 20º centígrados (a 0º en el aire la velocidad alcanza los 331 m/s). La fórmula aritmética para conocer los kilómetros a que se encuentra es muy sencilla:
DISTANCIA = número de segundos / 3
Ejemplo: si la diferencia de tiempo es de 9 segundos, la tormenta estará a 3 kilómetros. En aquellos casos que vemos el relámpago y vemos el trueno a la vez, estamos en el centro.
Para saber si se marcha de donde nos encontramos, el cálculo anterior, lo hacemos dos veces en un intervalo de uno o dos minutos.
Las tormentas eléctricas no solo producen estos efectos y lluvias intensas, también pueden manifestarse con granizo, tornados y vientos fuertes.
Las tormentas son cada vez más habituales, y como con lo demás FMEX, la consecuencia es el calentamiento global. Existen indicios de que su tendencia al alza continuará. El catedrático de la Universidad pública de Berkeley (California), David Romps, predijo a través un modelo atmosférico elaborado por el mismo, que, por cada grado de aumento en la temperatura del planeta, los rayos aumentaran un 12%.
En nuestro país, al año caen algo más de 1,3 millones de descargas eléctricas y en una media de 30 días de tormenta. En todo el globo se producen entre 16 y 17 millones de tormentas eléctricas; aproximadamente 44.000 diarias. Se estima una cantidad aproximada a los 6.000 relámpagos al minuto en la tierra. El 7 de agosto de 1992 en España, cayeron 32.000 rayos según el Servicio de Teledetección de rayos del Instituto Nacional de Meteorología.
Según datos de la AEMET, la mayoría de las tormentas eléctricas de nuestro país se concentran en el nordeste de la península, siendo las comunidades de Aragón, Cataluña y la Valenciana donde hay más actividad, con especial incidencia en Pirineos y Sur del Sistema Ibérico. Son más frecuentes, pero no exclusivas, durante los meses de primavera y verano, y durante la tarde o la noche.
Las tormentas eléctricas son consideradas fuertes cuando están acompañadas de granizo de por lo menos 1 pulgada de diámetro (2,5 cm) o ráfagas de viento de 93 km/h.
FORMACIÓN DE UNA TORMENTA ELECTRICA
Las tormentas se asocian a un tipo de nube, las convectivas, también conocidas como cumulonimbos (aspecto negruzco y espeso y de gran desarrollo vertical). Las nubes propias de las tormentas eléctricas se caracterizan por tener forma de coliflor y en la mayoría de las ocasiones en su parte superior tienen una nube con apariencia similar a un «yunque». El «yunque» es nube plana formada por cristales de hielo en la parte superior de los cumulonimbos.
Para la formación de una tormenta eléctrica se precisa humedad, aire ascendente inestable y un mecanismo de elevación que empuje el aire. El proceso es el siguiente:
- En un primer momento, tiene que existir aire caliente lleno de vapor de agua.
- El aire caliente asciende, pero se conserva más caliente que el que le rodea.
- Durante el ascenso, desde la superficie terrestre se transfiere calor a los niveles superiores de la atmósfera. El vapor de agua se va enfriando, se condensa y se forma una nube.
- La parte superior de la nube al ser más fría que la inferior, hace que, el vapor de agua de la parte superior se convierte en trozos de hielo que crecen.
- En el interior de la nube el calor aumenta generándose más vapor, a la vez que el viento frío sopla desde su parte superior de la nube.
- Los trozos de hielo del interior de la nube por efecto del viento son arrastrados hacia arriba y hacia abajo y por el choque de estos se producen chispas que saltan, formando regiones de gran carga eléctrica y posteriormente se traducen en relámpagos.
Las tormentas más fuertes se generan cuando el aire cálido y húmedo se eleva rápidamente, con velocidades que pueden alcanzar 160 kilómetros por hora, hasta altitudes más altas y más frías.
En tormentas normales, el proceso completo, aproximadamente, dura una hora, pudiendo durar varias horas en las grandes.
MEDIDAS PREVENTIVAS
Los rayos son causas directas de varios miles de muertes al año, más que tornados y huracanes. Un 30% aproximadamente de las personas alcanzadas por un rayo fallecen, y el 74% de los supervivientes quedan con discapacidades permanentes. Pueden provocar un paro cardíaco, convulsiones, lesión cerebral, daño en la médula espinal e incluso amnesia. Pueden también perforar la retina y causar cataratas en cuestión de días o semanas. Otros efectos secundarios del rayo pueden incluir impotencia en hombres y en general, disminución de la libido. En España, cada año, mueren alrededor de unas 10 a personas a causa de los rayos. Desencadenan también otros efectos como incendios, especialmente en las zonas forestales.
Un único rayo tiene casi unos 3 kilómetros de largo y apenas 1 centímetro de ancho. La descarga de un rayo tiene entre 1 y 10 mil millones de Joules de energía, produciendo entre 30.000 y 50.000 amperios de electricidad. El golpe de un rayo se puede considerar equivalente a la explosión de una tonelada de TNT, que golpea en una milésima de segundo.
La probabilidad de recibir una descarga por un rayo es muy pequeña, no obstante, aumenta de forma drástica cuando no cumplimos unos mínimos requisitos de seguridad y como no, si actuamos de manera inconsciente.
Las lluvias intensas de las tormentas eléctricas pueden ocasionar inundaciones súbitas y vientos potentes capaces de dañar viviendas y derribar árboles y postes, lo cual provoca apagones generalizados.
El mayor factor de riesgo para las FCS en relación a este fenómeno, es el servicio a la intemperie; los riesgos son: congelación, traumatismo y quemaduras; sumar a estos los propios de las inundaciones: ahogamientos, caídas y accidentes. El peligro para nosotros fundamentalmente se produce al prestar servicio en campo abierto. Los edificios altos de una urbe, con estructura metálica igual que los pararrayos, protegen las zonas adyacentes y derivan a tierra la descarga eléctrica. En campo, los árboles, sobre todo los muy altos y aislados atraen especialmente a los rayos. Dentro de núcleo urbano, no podemos confiarnos, también existe peligro de rayos, sin olvidarnos también de otros accidentes secundarios a la tormenta. En ciudad, hay que andar con precaución en las proximidades o dentro un gran parque y de campos de golf, son áreas de gran riesgo.
Las medidas preventivas a adoptar por riesgo de tormenta abarcan: el campo y mar, la ciudad y las trombas de agua. Las terceras ya las hemos visto en un anterior artículo donde estudiábamos la «gota fría» (factores de riesgo: crecida de aguas, excesivo caudal, desbordamiento de aguas estancadas, colectores obturados y mala configuración de edificios) y por ello es que ahora, de manera conjunta y por eso de que muchas ciudades, muchas capitales de provincia cuentan con zona rural donde también patrullamos, vamos a tratar el campo y la ciudad.
Con predicción de tormentas, no se debe prestar servicio en motocicleta. Por tanto, si no se cuenta con Evaluación de Riesgos y Planificación de Medidas, se debe emitir por la Jefatura una instrucción o protocolo ad hoc.
Si vamos conduciendo y nos sorprende la tormenta, recordemos que el patrulla cerrado es un excelente refugio. La carrocería de los coches, es muy útil al distribuir la carga eléctrica de los rayos, permite que se cree un efecto conocido como «jaula de Faraday» (el campo electromagnético en el interior de un conductor en equilibrio es nulo, anulando el efecto de los campos externos); la carga eléctrica del rayo no entra en el habitáculo, repito, la electricidad se distribuye por las superficies metálicas exteriores y no afecta al interior. Si el rayo alcanza el coche en movimiento, es poco probable que resultemos heridos si no estamos contactando con una parte metálica lo que hoy en día es difícil ya que la mayoría están recubiertos de piezas plásticas o de goma. Recordar que la goma del neumático también nos ayuda. Eso sí, si nos pillara un rayo, tenemos que dejar pasar un rato para apearnos y que el coche descargue la energía a través de los neumáticos.
Tenemos que disminuir la velocidad, extremando las precauciones y detendremos el patrulla en zona donde no pueda discurrir gran cantidad de agua, buscando un lugar bajo o una depresión de terreno para esto. Ojo en ciudades con las tapas de alcantarilla, las grandes trombas hacen que se levanten y son causa de muchos accidentes. Atentos también al resto de usuarios, los conductores se despistan o se asustan, los peatones y perros corren buscando refugio. Si no vamos a atender un servicio preferente, es preferible detenernos en lugar seguro. Sabemos que después de las tormentas las salas operativas echan llamas, el ciudadano nos necesita y siempre es mejor detenerse en lugar seguro en modo prevengan, que sufrir un accidente, por nosotros y por el ciudadano.
En zona rural siempre debemos de informar a sala operativa o base de nuestra posición.
En campo evitaremos permanecer en lo alto de colinas y no buscaremos refugio en árboles; sobre todo en aquellos que se encuentren aislados. La electricidad siempre busca el camino más libre, el que oponga la menor resistencia al momento de hacer la descarga desde las nubes a la tierra. Los árboles poseen una compleja estructura interna, una enorme serie de pequeñísimos millones de conductos. Este sistema, estos conductos, transportan distintas sustancias de enorme importancia para el árbol (la savia, el agua y las sales minerales). Estos elementos dan una particular humedad a los árboles, al tiempo que se convierten en excelentes conductores para las descargas eléctricas de los rayos. Sumar a esto que son objetos puntiagudos y elevados con respecto al resto de terreno.
Los robles, olmos, pinos, abetos, álamos, arces y fresnos, por eso de que son grande y altos, además de llevar gran cantidad de agua, sobre en verano, en su interior, son mucho más propensos a recibir el impacto de un rayo.
Nos alejaremos de alambradas, verjas y cualquier objeto metálico.
Si el servicio fuera a pie, buscaremos un lugar donde cobijarnos, como un coche o un edificio (no aislado), evitando permanecer al aire libre, sobre todo en praderas y lugares muy abiertos. Como iremos habitualmente con el coche, recordar que este es el mejor refugio que se conoce.
Si vamos en un grupo, o en pareja, debemos alejarnos los unos de los otros.
No debemos refugiarnos en las bocas de cuevas ni al abrigo de salientes rocosos, ya que el rayo puede echar chispas a través de esas aberturas; algunas pudieran incluso llegar a ser canales naturales para drenaje de sus descargas. Seguridad solo ofrecen cuevas profundas y anchas (mínimo un metro a cada lado).
Aunque tenemos que salir de zonas altas y abiertas, también hay que escapar de barrancos, con la tormenta aumenta de forma importante el caudal de agua y si no salimos del cauce, nos vemos expuestos a ahogamiento o traumatismos.
Deberemos apagar los talkies y teléfonos móviles, las radiaciones electromagnéticas pueden atraer los rayos. Estableceremos comunicación a través de la emisora fija del patrulla que, aunque puede ofrecer riesgo, las gomas y la «jaula de Faraday» ya nos protegen. Sobre esta desconexión hay dos posturas: la de los que dicen que no los atraen y las de los que dice que sí. Yo me acojo a la segunda, de momento los riesgos electromagnéticos no están de sobra estudiados para ir descartando cosas alegremente. Estas teorías, por su extensión, son harina de otro costal, serían materia de otro artículo.
Imaginar que estamos en un páramo, pedregal, pradera o en un campo de golf, no tenemos un refugio, pero sí hay medida de seguridad y esta es adoptar una determinada posición. La posición de seguridad más recomendada es de cuclillas, lo más agachado posible, con las manos en las rodillas, tocando el suelo sólo con el calzado (siempre usar el que se nos facilita). Con esta posición nos aislaremos al no sobresalir sobre el terreno. Nunca nos posicionaremos en horizontal sobre el suelo. El 80% de nuestro cuerpo es agua salada, y esta es muy buena conductora de la electricidad.
¡Ojo! Si en algún momento notáramos cosquilleo en nuestro cuerpo, se nos erizara el pelo, o vemos brillar y echar chispas a un objeto de metal, tenemos que adoptar la posición de seguridad de inmediato, la descarga de un rayo es inminente.
En núcleo urbano, el abrigo de las edificaciones nos protege del riesgo de descarga. Recordar que los edificios altos de una urbe, con estructura metálica igual que los pararrayos, protegen las zonas adyacentes y derivan a tierra la descarga eléctrica
En Jefatura, Comisaría o Cuartel tenemos que cuidar que no se produzcan corrientes de aire ya que estas atraen a los rayos. Cerraremos las puertas y ventanas. Si en ese momento fuéramos a ducharnos, lo pospondremos, recordar la conducción eléctrica a través del agua.
En la medida de lo posible, lo que es prácticamente imposible en salas operativas, control de accesos y calabozos, conviene proteger los equipos informáticos, desenchufándolos para evitar que sean dañados por una subida de tensión o que ocasionen descargas eléctricas. Los rayos pueden entrar por las conducciones de electricidad y TV. Los que trabajamos en despacho, tenemos la mala costumbre de al rendir servicio, no apagar los equipos informáticos y no solo los deberíamos desconectar para evitar costes o riesgos añadidos a la administración en caso de una descarga en tormenta, también porque reducimos la sobrecarga electromagnética en el espacio de trabajo para el día siguiente. Reflexionar sobre esto último
Si estamos en casa y tenéis, olvidaros de la chimenea y de su calor, el fuego emite iones (átomos o moléculas cargados eléctricamente). Por el tiro de la chimenea, los iones ascienden hacia el exterior y crean una vía de aire cargado eléctricamente que conduce la electricidad, convirtiendo a la chimenea en un pararrayos.
No debemos ducharnos, ni abrir los grifos durante una tormenta. No penséis que si las tuberías son de plástico estamos protegidos, el agua del grifo y las impurezas que pudiera llevar son conductoras de la corriente. El exceso de carga eléctrica provocada por los rayos, buscará un camino de mínima resistencia a tierra, es posible una muerte por electrocución, provocando un paro cardíaco.
PRIMEROS AUXILIOS EN EL CASO DE QUE UNA PERSONA SEA ALCANZADA POR UN RAYO
Si el impacto es directo, el resultado es muerte fulminante; si el impacto es indirecto pueden darse lesiones importantes como las vistas anteriormente, pero existen posibilidades de supervivencia. Ante el impacto, se puede llegar a la parada cardiorrespiratoria; se dan traumatismo o pérdida de conocimiento y por supuesto quemaduras o tatuajes «figuras de Lichtenberg». La descarga eléctrica no permanece en las personas afectadas por lo que podemos atenderla con toda seguridad y debemos hacerlo inmediatamente. El orden es siguiendo la conducta PAS (Proteger, Avisar y Socorrer).
Si la persona está inconsciente, comprobar si hay pulso y respiración. En caso de que tuviera pulso, pero no respiración, comenzaremos la respiración boca a boca. Si no tiene pulso, comenzaremos las maniobras de RCP.
Las personas que sufren parada cardiorrespiratoria por un rayo tienen mayor probabilidad de salir de la misma que la que se debe a otras causas, por lo que es de la máxima importancia comenzar la reanimación cuanto antes.
Comprobaremos la existencia de otras lesiones, y como pueden ser fracturas, recordando que en caso de sospecha de fractura vertebral evitaremos todo movimiento. Son signos de esta lesión: otorragia, vómitos o hacerse las necesidades por encima.
En cuanto a las quemaduras, las buscaremos especialmente en dedos de manos y pies y en zonas próximas a hebillas, joyas, medallas, etc. Lo habitual es que haya dos áreas que presenten quemadura y correspondientes a las de entrada y salida de la corriente eléctrica.
Mantendremos caliente a la víctima hasta la llegada de los sanitarios o bomberos y para eso en los botiquines contamos con la Sirius (manta térmica). Hay que mantener la temperatura de la víctima protegida del medio. Recordar que son de color metálico brillante. Por una cara el brillo metálico es dorado, y por la contraria es de color plata. Cuando el color dorado se pone hacia afuera, la manta térmica retiene hasta un 85% del calor corporal. Cuando es el color plata el que se pone hacia afuera rechaza la irradiación de los rayos del sol. Por tanto y aunque alguno pueda pensar que la víctima tiene suficiente calor con la descarga, tendremos que poner hacia fuera el color dorado.
Aunque una persona alcanzada por un rayo mostrara tan solo aturdimiento y no presentara heridas de importancia, debe recibir asistencia médica para valorar el impacto real del rayo sobre su organismo. No somos ni médicos, ni enfermeros, somos policías y socorristas.
AUTOR:


ALEJANDRO LÓPEZ CALVIÑO
Policía Local
Técnico Superior (tres especialidades) y perito judicial en PRL.
Experto en Seguridad Vial. Investigador de Incendios y Explosiones.