Entre los riegos a los que nos exponemos los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, quizás los primeros, también están las condiciones meteorológicas. La exposición a estas conlleva riesgos físicos, ya estemos prestando servicio en calle o en dependencias. En el mes de junio veíamos la exposición al calor extremo y sus consecuencias. Lamentablemente, otro año más, varios compañeros han sufrido un golpe de calor.
Se consideran fenómenos meteorológicos adversos los eventos atmosféricos capaces de producir, directa o indirectamente, daños a las personas o daños materiales de consideración. Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), en un sentido menos restringido, también puede considerarse como tal cualquier fenómeno susceptible de alterar la actividad humana de forma significativa en un ámbito espacial determinado.
Estos fenómenos en ocasiones derivan en desastres naturales y aunque la prevención de estos, está fuera de nuestras manos (no podemos evitar que pasen), sí podemos tomar medidas que nos ayuden a salir bien parados de sus consecuencias.
Existen numerosos daños que podemos sufrir, derivados tipo de fenómenos y desastres, desde caídas por resbalones, hasta aplastamientos, contactos eléctricos, quemaduras, insolaciones, impactos por objetos, ahogamientos, etc. Estos riesgos se tienen que tener en cuenta tanto en la evaluación de riesgos como en la planificación de las actividades y medidas preventivas. En la mayor parte de los casos no podemos evitarlos, pero es posible tomar medidas para minimizar sus efectos y daños en nuestra salud.
Cuando las variables meteorológicas alcanzan determinados valores calificados de extremos por los científicos y autoridades de Protección Civil, las personas, los bienes y las infraestructuras estamos expuestos a un posible peligro que se conoce como riesgo meteorológico. La evaluación de las situaciones potencialmente peligrosas, la realiza la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), donde se dispone de los sistemas de observación, predicción y vigilancia de la atmósfera.
La AEMET en colaboración con la Dirección General de Protección Civil y Emergencias detallan en el «Plan Nacional de Predicción y Vigilancia de Fenómenos Meteorológicos Adversos», los valores umbrales para cada tipo de fenómeno y según las zonas del territorio nacional, a partir de los cuales su aparición pudiera afectar la actividad de la población y los peligros que anteriormente vimos.
Esta agencia es la encargada de proporcionar de manera inmediata sus boletines de aviso en su web www.aemet.es, enviándolos a las autoridades de Protección Civil y estos a nosotros a través de nuestras centrales y salas operativas. Son los técnicos de estos servicios públicos los que se encargan de estudiar cada situación y de declarar la PREALERTA o ALERTA por fenómenos meteorológicos adversos.
Los fenómenos que estamos viendo, pueden originar situaciones de riesgo por si mismos, o por que desencadenan otras situaciones externas al fenómeno tales como: lluvias intensas, altas temperaturas, fenómenos costeros, frío intenso, nevadas, tormentas y vientos.
El Plan Nacional de Predicción y Vigilancia de Fenómenos Meteorológicos Adversos (Meteoalerta), nos facilita la más detallada y actualizada información posible sobre los fenómenos atmosféricos adversos que puedan afectar a la totalidad de nuestro país. Esto se hace a través de avisos de diferentes colores para que el resto de servicios públicos y ciudadanos, podamos comprenderlos en forma sencilla y fácil:
- Verde: No existe ningún riesgo meteorológico. No se espera que el tiempo cause impactos significativos, aunque pueden tener un carácter menor o local.
- Amarillo: Existen riesgos para actividades concretas. En este nivel ya empieza a verse afectada nuestra actividad y aumentar nuestros riesgos.
- Naranja: Existe un riesgo meteorológico importante (fenómenos meteorológicos no habituales y con cierto grado de peligro para las actividades usuales).
- Rojo: El riesgo meteorológico es extremo (fenómenos meteorológicos no habituales, de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto).
En la siguiente imagen vemos resumen de lo anterior:

No podemos obviar que, en España, por Consejo de Ministros de fecha 21 de enero de 2020, está declarada la emergencia climática y ambiental. El cambio climático es una fuente de riesgo.
En la actualidad, únicamente contamos con informes recientes que permiten evaluar el impacto del cambio climático sobre los FMEX (fenómenos meteorológicos extremos), que son los causantes de catástrofes naturales (nivel rojo). Las observaciones de FMEX de las que todavía se disponen son de la década de los cincuenta del siglo pasado. Lo que si se ha podido evidenciar por los científicos, es que desde aquellos años, estos fenómenos han evolucionado en virulencia y frecuencia, comprobándose un nexo entre la proliferación de los FMEX y el cambio climático. Los que llevamos 30 años de servicio a la intemperie, aun no siendo científicos, como viejos pastores podemos dar fe.
No podemos tampoco dejar de lado y sumar a lo anterior, la exposición de la sociedad a ellos, derivada de las negligentes políticas de la ordenación territorial, un desarrollo económico y urbanístico desordenado que incide de manera negativa sobre los diferentes ecosistemas nacionales (construcción de viviendas en riberas de ríos y antiguas ramblas, proximidad a línea de costa, etc.). Todo esto acrece la vulnerabilidad de las personas y bienes, a los que nosotros tenemos que proteger frente a los FMEX.
En los próximos años, las distintas administraciones, debemos de afrontar y gestionar, priorizando esta gestión sobre algunas otras, una serie no corta de riesgos por el grave impacto que pueden generar. Tenemos que valorar la vulnerabilidad de las personas, del tejido industrial y empresarial, frente a la materialización de ellos. Estos riesgos, están condicionados por factores potenciadores o multiplicadores que afectaran en mayor o menor medida a los distintos tipos, concretándose ese condicionamiento en el ámbito de los riesgos naturales, en los fenómenos meteorológicos extremos, donde el cambio climático actual pudiéramos decir que es el actor principal…
Nuestros responsables no pueden olvidarse de nosotros y dejarnos a cuerpo gentil, seremos los primeros en recibir al riesgo a porta gayola para ofrecer la manta protectora del estado a sus ciudadanos.
El cambio climático
De acuerdo con los informes aportados desde Naciones Unidas, el cambio climático va a generar un aumento de la frecuencia en intensidad de los fenómenos naturales adversos y como son: lluvias torrenciales, olas de calor, sequías, olas de frío y nevadas. Destacando, la combinación de las olas de calor y las sequías, las cuales propiciaran la generación y propagación de los incendios forestales.
Reseñar que el cambio climático, intensifica la magnitud y la frecuencia de borrascas en el océano Atlántico lo que genera trenes de borrascas profundas (ciclogénesis explosivas), dando lugar a lluvias torrenciales, nevadas intensas y temporales de vientos que pueden llegar a alcanzar los 150 kilómetros a la hora. En levante y centro de la península las DANAS.
El cambio climático va a potenciar la amenaza que suponen los riesgos naturales ordinarios a través de los FMEX. Sin dejar de lado que pueden dar lugar a movimientos migratorios, lo que también dará lugar a un aumento en la carga de trabajo policial por el crecimiento demográfico.
Aumentan los riesgos de la sociedad, por tanto, en mayor medida, aumentan los riesgos de los servicios de emergencia que somos los que tenemos que estar fuera para cuidar de ella. Así que va siendo hora que también nos formemos en ellos.
AUTOR:

ALEJANDRO LÓPEZ CALVIÑO
Policía Local
Técnico Superior (tres especialidades) y perito judicial en PRL.
Experto en Seguridad Vial. Investigador de Incendios y Explosiones.
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