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EPI,s, Pantallas y Cascos en Policía

En el RD 773/1997 de 30 de mayo, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas a la utilización por los trabajadores de equipos de protección individual se excluye algunos elementos de ser considerados EPI, entre ellos: “Los equipos de protección individual de los militares, de los policías y de las personas de los servicios de mantenimiento del orden” y “los equipos de protección individual de los medios de transporte por carretera”. Esto no quiere decir que, algunos elementos de protección empleados por los funcionarios de policía dejen de ser un EPI, como pueden ser las pantallas de protección facial que tanto estamos empleando en esta pandemia, o las mascarillas.

Este vacío legal en que los policías y guardias civiles, estamos inmersos, es así porque las condiciones propias y circunstancias especiales en las que debemos emplearlo hacen que sea necesaria una legislación especial para los mismos, legislación que, a pesar de los años transcurridos, carecemos de ella. Esto no es óbice para que no se deba respetar lo señalado en la normativa de PRL.

A qué se debe el vacío, pues simplemente a la desidia de los servicios y técnicos de PRL, principalmente en los ayuntamientos y policías locales. A pesar de los pasos de gigante que han dado los cuerpos estatales y autonómicos, en los ayuntamientos, esto en sentido general, se lastra el trabajo de los especialistas policiales de esas otras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

En los ayuntamientos, estamos sometidos a técnicos que no tienen idea del servicio policial y sus características. Muchas Jefaturas de Policía Local, actúan con cautela o temor frente a esos servicios. Hacen tabla rasa de los técnicos en PRL y especialistas en servicios de seguridad y emergencia (para muchos no dejamos de ser unos locos, unos visionarios, o unos funcionarios que quieren un despacho o pudieran quitarles el puesto).

Abundando en la problemática, en la mayoría de los cuerpos de capitales de provincia (los que más recursos se entiende deberían tener), no se adecúa el organigrama a la existencia de técnicos propios y, no menos importante o quizás más relevante, los delegados de prevención son funcionarios ajenos al servicio policial, en algunos casos comprobados, con envidia de nuestro sueldo o condiciones de trabajo, lo que compromete su función y defensa de los trabajadores. Estos representantes de derechos de los funcionarios de los que hablo, por supuesto, no tienen conocimiento del funcionamiento y operativa policial, fusilando y no cumpliendo con los deberes y derechos que la normativa de PRL les confiere para la defensa de todo trabajador de su circunscripción, aunque también, deberían tener cuando menos una obligación moral con los funcionarios que pertenecen a otro cuerpo de seguridad…

Sumamos a lo expuesto hasta el momento, el que la práctica totalidad de los funcionarios de policía somos honrados, nuestra divisa es el sometimiento y respeto al Estado de Derecho y, un servicio propio de PRL, en algunos cuerpos podría dejar desnudos a determinados mandos policiales ante dos riesgos escondidos debajo de la alfombra que son “epidemia” en esta profesión y que tienen un nombre: Acoso Laboral y Suicidio Policial.
Dejando de lado esta polémica, que ya todos conocemos, un EPI, tiene que contar con unos requisitos legales para su comercialización y dotar a un trabajador del mismo. Equipos que siempre se emplearán cuando no se pueda hacer una protección colectiva. Sin profundizar en esos requisitos y obligaciones de fabricantes, comercializadores, empleadores, también de sus usuarios, los EPI deben llevar marcado CE. La señal, la marca CE, como sabréis, o podéis comprobar, ya lo dice todo.

En estos momentos, estamos soportando los avatares de una pandemia de la que, desde hace un siglo (gripe española), no tenemos ni idea de cuál va a ser el futuro inmediato. No se ha tenido en cuenta la opinión de especialistas en PRL en las FS, alguno cesado, y se siguen sin tener en cuenta en la mayoría de los cuerpos de PL.

En una primera fase hemos carecido de equipos de protección frente al CoV-2, y algún responsable de servicio de prevención municipal (aun teniendo tres servicios de emergencia en su “protección”), cuando se le ha demandado, contestó ¿por qué tenemos que contar con esto? Los comentarios los dejo a la subjetividad de cada uno de vosotros.

También hemos visto funcionarios que, con temeridad y sobre todo falta de sobriedad en los usos de los mismos, y sin tener en mente a compañeros, que por toda la geografía nacional carecían de protección, hacían un uso inadecuado de los mismos, restando sus propiedades y poniendo en peligro su salud y las de las personas que tiene que proteger.

Superada la falta de previsión; la presunta omisión de la obligación de proteger a los trabajadores; la mofa a la magnitud y peligrosidad del bicho, miles de personas y fundaciones, se pusieron manos a la obra y tanto para el personal sanitario, como para nosotros, trabajadores esenciales y ángeles custodios que somos de ellos; servidores públicos que teníamos y tenemos que hacer cumplir las medidas decretadas en el Estado de Alarma, nos ofrecieron y nos dieron una solución. Solidariamente muchos diseñaron y fabricaron pantallas a toda velocidad, otros compraron en el mercado chino pantallas para donarnos, testadas y reconocidas estas últimas como barrera frente al virus.


También salieron en medios y en redes, algunas de carácter casero, que no voy a negar que sus diseñadores tuvieran buena voluntad, pero la difusión y recomendación con las que se “vendía el producto”, desde el punto de vista técnico y sanitario hacía que el remedio fuera peor que la enfermedad. Con los medios y diseño con el que se hacían, con un cuerpo totalmente endeble, daban una falsa sensación de seguridad que nos haría bajar la guardia y el patógeno podía entrar por cualquier esquina. Además, que el material con el que recomendaban su fabricación, obligaba a una desinfección mayor que en las otras. Lo que no pasa con las pantallas de policarbonato que son las que estamos empleando. Todo necesita su estudio y prueba de calidad.

¿Qué pasa con las pantallas donadas y compradas?, ¿cumplen los requisitos establecidos en la UE?, ¿es una pantalla facial un EPI para Fuerzas de Seguridad?, ¿se ha tenido en cuenta las características propias del servicio policial? evidentemente, la respuesta es no. Estamos en lo que los especialistas llaman economía de guerra, etapa en la que hay que aprovechar cualquier recurso reconocido como protector para prevenir y seguir prestando nuestro servicio.

El tema de los requisitos de certificación de un producto está salvado por el desabastecimiento, las numerosas normas, notas e instrucciones procedentes de los diferentes Ministerios con competencia en la materia (sanidad, industria, ciencia), lo salvan.Superado lo anterior en cuanto a EPI para policías, sí están reconocidas como tal y como a cualquier otro trabajador que tenga que enfrentarse a la salpicadura de fluidos. Sobra citar las unidades y servicios policiales que las tienen como dotación.

Por último y que es lo que más me preocupa, lo referente a tenerse en cuenta las características de un servicio policial de seguridad ciudadana y su influencia en la operativa del mismo, mi respuesta es no, además, la mayoría pueden influir negativamente en la protección del policía.
Yo no voy a ser el que reste el más pequeño de los agradecimientos a los donantes, es más, doy el mayor de ellos. Estos elementos protectores, junto con el distanciamiento físico, durante estos 40 días, han protegido a miles de policías de la posibilidad de contagiarse. Probado está, desde los tiempos de la peste negra la influencia de máscaras para la prevención. Quién no se acuerda de esas máscaras picudas que suelen verse en el carnaval veneciano, pues bien, esas narices, las empleaban los médicos para protegerse por vía aérea, era una medida preventiva como lo que ahora nos ocupa. Las pantallas que hoy empleamos nos han protegido no sólo por vía aérea, también por la vía conjuntival, es decir, los medios de contagio más fáciles para contraer la enfermedad del COVID-19.

Dentro de los diferentes modelos que hemos recibido y empleado, algunas están compuestas además de la pantalla, con una diadema fabricada con baquelita, resina u otros materiales plásticos; otras tienen visera de la misma composición; otras una banda de velcro; y las más simples tienen un fleje y una goma para adaptarse y sujetarse sobre el perímetro craneal y orejas. ¿Cuáles son mejores para el servicio policial?, yo que he tenido la suerte de comparar todas y realizar “pequeños estudios de campo” (carezco de laboratorio), desde el punto de vista de una comparativa industrial, desde el conocimiento del servicio en calle, teniendo en cuenta la seguridad y ergonomía, tengo que pronunciarme que las mejores son las últimas, es decir, las más simples.

Las pantallas simples (llamémoslas o conozcámoslas así), sin restar eficacia protectora frente al patógeno, permiten correr a un policía sin que apenas se muevan. Ante una agresión ilegítima minimizan el daño (tengamos en cuenta que el impacto de un puñetazo o manotazo sobre la pieza dura en las otras, agravaría la conmoción e incluso pudiera provocar una herida sangrante, además de fracturarse e inutilizare el “EPI” …). Facilitan la reacción defensiva y favorecen el campo de visión (el elemento protector vírico llega hasta la sien). Ante una colisión en vehículo y teniéndose en cuenta que seguimos sin hacer un empleo generalizado del cinturón de seguridad también minimizaría los daños del impacto con el parabrisas del vehículo, etcétera.

Por tanto, de tener la necesidad de emplear este elemento de protección, si se tienen varias, si podemos escoger que es lo más importante ante la situación actual, recomiendo las simples de fleje y goma. Recuerdo también la importancia de su desinfección frecuente y sobre todo al rendir servicio.
Desde el punto de vista preventivo, no puedo quedarme con estas pantallas, tengo que ir más allá y buscar la máxima protección para los actuantes.
Ya al principio de esta crisis y como medida preventiva, recomendé el empleo de cascos de motoristas y antitrauma, las evidencias científicas demuestran que son una barrera eficaz y sobre todo en la mayoría de los cuerpos policiales se cuenta con ellos. Respecto a los segundos, además de la protección vírica y que en estos momentos es los más importante (sus pantallas suelen ser de 4 milímetros); ofrecen seguridad antiimpacto y no sólo de un elemento contundente o una piedra, también frente a impactos de bala y metralla; ofrecen protección frente a un agente corrosivo, sin olvidarnos de la protección nuquera que en la mayoría está fabricada con material ignífugo.

Los cascos como vimos en un principio no son EPI, son lo que los prevencionistas, sin bautizo legal, llamamos EPP, equipo de protección policial. Este elemento ofrece protección abarcando todas las herramientas preventivas: seguridad (de todos es conocida); higiene (lo estamos viendo ahora como protección biológica); ergonomía (permiten realizar el trabajo policial con escasas limitaciones, empleo de lentes, sentido del oído, además de que su diseño favorece la ventilación de la cabeza de la persona que hace uso del mismo); psicosociología (sensación de seguridad en la persona que lo usa).

Un casco individual, ayudaría también, en cuanto a su mantenimiento, para inculcar cultura preventiva entre los propios policías que muchos pecan de falta de eso. No siempre la culpa la tienen los responsables. Además, con el efecto disuasorio que ofrece, ayuda al distanciamiento físico con el ciudadano, la barrera más importante para evitar el contagio.

Muchos ahora que se acerca el verano podréis poner las pegas del calor, pero hagamos un ejercicio de reflexión y pensemos en nuestros compañeros motoristas y las horas que durante verano tras verano y de servicio, se tienen que echar encima con su casco puesto. Pensemos que muchos compañeros motoristas están en localidades donde el calor supera los 35 grados. Recordemos también las horas que cuando se hace uso de la moto (vehículo particular muy extendido entre los policías); para viajes de placer se superan esas temperaturas.

Sin tener interés alguno sobre marca comercial, fabricante o distribuidor, voy a informar de su precio. Comparando diferentes marcas a través de la red, no tengo catálogos físicos de marca alguna u ofertas, el precio de una unidad ronda 120€, lo que bajaría sustancialmente según el número de unidades a comprar. Un casco de estos y una mascarilla de las del tipo quirúrgico (0,96 cts. según precio fijado por el Gobierno de España), no sólo llegan, protegen de más víricamente al policía y a la sociedad a la que tiene que servir. Si nos ponemos a sumar el precio de mascarillas FFP2 que gasta un policía durante el servicio, y ahora que se acerca el calor que nos obligará a gastar más, en un mes, un policía lo tiene de sobra amortizado. Reseñando también que después de esta campaña, volviendo las cosas a la normalidad, puede protegerlo en numerosas ocasiones en las que tiene que intervenir con elementos violentos.

Hoy tuve la oportunidad de contactar con un médico de los primeros infectados y que, aun no siendo especialista en epidemiología, ha estudiado el bicho a la fuerza, me informó que, aunque ahora se mitigue o reduzca la pandemia, pudiera volver con más virulencia. Me recomendó que no se despreciara ningún elemento protector y que los conserváramos. En las noticias de las tres, otros facultativos manifestaban también ese temor a un rebrote mayor. Teniendo en cuenta estas informaciones científicas, el que esta pandemia no se va a marchar en un tiempo considerable, va siendo hora que, por las jefaturas o responsables de compras e intendencia, se tenga en cuenta el contar con recursos disponibles. Va siendo hora de dejar de vivir como cigarras y, el estudio de dotar de cascos individuales a sus subordinados. El desembolso inicial puede ser grande, pero el gasto en mascarillas es mayor.

Téngase en cuenta que todo el presupuesto que se tenía para formación este año, y posiblemente el primer semestre del 2021, se lo van a ahorrar. Hágase un modificativo e inviertan algo más en PRL.
Este es mi estudio y mis consideraciones técnicas. Yo voy a dormir con la conciencia tranquila.

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AUTOR:

ALEJANDRO LÓPEZ CALVIÑO
Policía Local

Técnico Superior (tres especialidades) y perito judicial en PRL.

Experto en Seguridad Vial. Investigador de Incendios y Explosiones.

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